La Hermandad de Nuestra Señora de la Natividad tiene su origen, en la gran devoción que se tiene a esta santa imagen en Guadamur. La antigüedad del culto a la Virgen nos es desconocido, pudiéndose remontar a tiempos visigodos.
En lo que se refiere a su culto, la primera referencia la tenemos en los libros de actas del Ayuntamiento de nuestra localidad. Entre las cuentas que llevaba el concejo, en el año 1611 figuran ” 30 reales de 9 misas estando la Virgen en la Natividad”. El figurar solamente los gastos religiosos del novenario, costeados por el Ayuntamiento, nos hace pensar que existía ya un grupo de personas organizadas, que costeaba los gastos profanos de la fiesta. Quizás fuese la Esclavitud de Nuestra Señora de la Natividad, que estaba formada por treinta esclavos, estando a su cargo costear todos los gastos de la fiesta, la cera para la iluminación del cuadro y las misas de los esclavos fallecidos, y lo hacían en turnos anuales de seis mayordomos.
Tanto se incrementaron los gastos y la devoción a Nuestra Señora, que en 1752, siendo cura don Ginés Simarro, la esclavitud solicita al arzobispado, su paso a hermandad, siendo aceptada ese mismo año y empezando a funcionar como tal desde entonces. Este auge del culto se ve reflejado en las obras culminadas ese año de 1752. El propio señor cura, viendo el aumento de devotos y las pequeñas dimensiones de la ermita, aumenta el tamaño de la nave principal, en las dimensiones que la conocemos hoy.
El culto continua sin interrupción varios siglos más y nuevamente entre los años 1975-76 un nuevo aumento de devotos y hermanos lleva a la reorganización de la hermandad tal como continúa en la actualidad: con Hermano Mayor elegido por el cabildo de la Hermandad, cada cuatro años, encargándose el hermano mayor elegido de formar su propia junta directiva, mucho más amplia que lo habían sido hasta 1975.
Esta remodelación organizativa de la hermandad, vino acompañada por una remodelación arquitectónica de la ermita, tal y como ocurrió en 1752. Fue el señor cura Don José Tarjuelo Fernández, el que viendo la necesidad de obras en la ermita fomentó éstas y también alentó las reformas organizativas de la Hermandad.
Desde esos años de finales de los setenta del pasado siglo, las distintas juntas directivas han trabajado sin descanso por el fomento al culto de Nuestra Señora de la Natividad.